Sus fundadores fueron:
El Sr. Federico Deutsch y el Sr. Kerel Steuer.
La historia empieza en Ecuador y en su puerto principal, Guayaquil, un 29 de noviembre de 1960 específicamente en la intersección de las calles Chimborazo 217 y Luque, en una ciudad caracterizada por la calidez de su gente y el trabajo.
Es imposible iniciar este recorrido sin mencionar a dos visionarios, los señores Federico Deutsch y Kerel Steuer, quienes en 1940 arribaron a América en un barco de vapor procedente de Europa; al igual que ellos, miles de ciudadanos europeos empujados por el conflicto bélico de la Segunda Guerra Mundial decidieron venir a este lado del mundo atraídos por la paz y tranquilidad.
Los hermanos Steuer llegaron primero a Colombia, donde en 1940 inauguraron el primer almacén. Los fundadores ya tenían negocios similares en Yugoslavia, Rumania y su natal Checoslovaquia, de tal forma que este sistema popular de ventas que funcionó con éxito en esa región de Europa, ahora se implantaba en América Latina.
Luego, los fundadores replicaron este negocio en Argentina, Uruguay y Perú, visitando al Ecuador entre 1.958 y 1.959.
Al constatar la necesidad de un sistema similar de ventas, creyeron conveniente abrir un local en nuestro país; fue así como en Noviembre de 1960 se inaugura el primer almacén en Guayaquil. Un año después, en diciembre de 1.961, lo harían en Quito.
La palabra Tía se escucha simple, entones surge la pregunta ¿Por qué darle a un almacén un nombre tan sencillo? En idioma checo, la palabra Te-Ta representa lo que en Sudamérica denominamos tía, aquel familiar generoso y afectivo que premia con regalos como símbolo de reconocimiento por algo bien hecho. El concepto fue ese, contar siempre con una Tía generosa.
El inicio fue duro, se vivieron tiempos difíciles donde incluso hubo que defender la inversión aun cuando la empresa no arrojaba utilidades.
Se fue persistiendo ofreciendo precios muy bajos, muchas veces por debajo del costo, a fin de que los clientes se sientan atraídos por el novedoso sistema, donde se podía tocar y elegir la mercadería para luego cancelarla en la caja respectiva.
Fueron años nostálgicos en los que no existían autoservicios y los clientes guardaban distancia con el producto.